martes, 3 de enero de 2012

SECCIÓN II. ELEMENTOS ESENCIALES DE LA SALUD: 07. “Conocimiento De Los Principios Básicos”


Muchos me han preguntado: "¿Qué debo hacer para conservar mi salud mejor?" Mi respuesta es: Deje de transgredir las leyes de su ser; deje de complacer el apetito depravado; consuma alimentos sencillos; vístase en forma saludable, lo que requiere sencillez y modestia: trabaje saludablemente; y no se enfermará.

Es un pecado estar enfermo, porque todas las enfermedades son resultado de la transgresión. Muchos sufren como consecuencia de la transgresión de sus padres. No se los puede censurar por el pecado de ellos; sin embargo tienen el deber de investigar en qué puntos sus padres violaron las leyes de su ser, con lo que impusieron a sus hijos una herencia tan miserable; y al descubrir los errores de aquellos, se deben apartar de ese curso de acción y practicar hábitos correctos con el fin de promover una salud mejor.
Los hombres y las mujeres debieran familiarizarse con la filosofía de la salud. Las mentes de los seres racionales parecerían estar en tinieblas con respecto a sus propias estructuras físicas y cómo conservarlas en una condición saludable. La generación actual le ha confiado sus cuerpos a los médicos y sus almas a los ministros. ¿Acaso no se le paga bien al ministro para que estudie la Biblia en lugar de sus feligreses, de modo que éstos no tengan que molestarse en hacerlo? ¿No es obligación suya decirles lo que deben creer, y decidir todas las cuestiones teológicas dudosas sin que ellos tengan que realizar ninguna investigación especial?  Si se enferman, consultan al médico, creen todo lo que les dice, y se tragan cualquier receta que les prescribe; ¿acaso no se le paga bien para que considere deber suyo comprender todas sus enfermedades físicas y los remedios que les debe dar para que se mejoren, sin que ellos tengan que preocuparse por el asunto?. . .

Nuestra felicidad está tan íntimamente relacionada con la salud, que no podemos gozar de aquélla sin que esta última sea buena. para que podamos glorificar a Dios en nuestros cuerpos, necesitamos tener un conocimiento práctico de la ciencia de la vida humana. Por eso, es de primordial importancia que la fisiología ocupe el primer lugar entre los estudios que se eligen para los niños. ¡Cuán pocas personas poseen un conocimiento adecuado acerca de las estructuras y las funciones de sus propios cuerpos y de las leyes naturales que los gobiernan! Muchos andan a la deriva sin ningún conocimiento, como un barco en alta mar sin brújula ni ancla; y lo que es peor, ni siquiera demuestran el menor interés en prevenir las enfermedades ni en cómo conservar sus cuerpos en una condición saludable.

La abnegación es esencial
La complacencia de los apetitos animales ha degradado y esclavizado a muchos. La abnegación y la restricción de los apetitos animales son necesarias para levantar la condición de los seres humanos y establecer y promover entre ellos una salud mejor y principios morales más elevados, y quitar así la corrupción de la sociedad. Cada violación de los principios alimentarios contribuye a embotar las facultades de percepción, haciendo imposible que la persona culpable pueda apreciar las cosas eternas o valorarlas correctamente. La humanidad no debe ignorar las consecuencias de los excesos; esto es de importancia fundamental. La temperancia en todas las cosas es indispensable para la promoción de  la buena salud y el desarrollo y el crecimiento de un buen carácter cristiano.
Los que transgreden las leyes divinas en lo que atañe a su organismo, tampoco vacilarán en violar la Ley de Dios dada en el Sinaí. Los que después de haber recibido la luz se nieguen a comer y beber por principio, en lugar de dejarse controlar por el apetito. no se preocuparán porque los demás aspectos de su vida sean gobernados por principios. La investigación del tema de la reforma en la alimentación desarrollará el carácter e invariablemente pondrá de manifiesto a los que eligen hacer; "un dios de sus vientres".

Responsabilidad de los padres
Los padres necesitan despertar e inquirir en el temor de Dios: ¿Qué es verdad? Sobre ellos reposa una tremenda responsabilidad. Deberían poseer conocimientos prácticos de los principios fisiológicos para distinguir entre los hábitos físicos correctos y los perniciosos e instruir a sus hijos acerca de ellos. Las grandes masas humanas son tan ignorantes e indiferentes con respecto a la educación física y moral de sus hijos como lo es la creación animal. Sin embargo se atreven a echarse encima la responsabilidad de ser padres.
Cada madre debiera familiarizarse con las leyes que gobiernan la vida física. Debe enseñarles a sus hijos que la gratificación de los apetitos animales produce un efecto mórbido sobre el sistema y debilita sus sensibilidades morales. Los padres deben buscar la luz y la verdad como si buscaran un tesoro escondido. A los padres se les ha encomendado la sagrada responsabilidad de formar los caracteres de sus hijos mientras son niños. Tienen el deber de ser tanto maestros como médicos de ellos. Deberían comprender las exigencias y las leyes de la naturaleza. La conformidad cuidadosa con las leyes que Dios ha implantado en nuestro ser nos asegurará una buena salud, y en nosotros no se producirá un quebrantamiento de la constitución que nos  inducirá a llamar al médico para que nos ponga otra vez en buenas condiciones.
Muchos parecen pensar que tienen el derecho de tratar a sus cuerpos como les parece, pero olvidan que sus cuerpos no les pertenecen. El Creador, que los formó, tiene derechos sobre ellos que no se pueden ignorar impunemente. Cada transgresión innecesaria de las leyes que Dios ha establecido para nuestros cuerpos, constituye virtualmente una violación de la ley de Dios, y a la vista del Cielo es un pecado tan grande como el quebrantamiento de los Diez Mandamientos. La ignorancia de este importantísimo tema es un pecado. La luz brilla sobre nosotros actualmente, y si no la apreciamos ni actuamos inteligentemente con respecto a estas cosas, quedaremos sin excusa, porque el entenderlas es nuestro más elevado interés terrenal.

La Sabiduría De Las Obras De Dios. 
 Indúzcase a la gente a que estudie la manifestación del amor de Dios y de su sabiduría en las obras de la naturaleza. Indúzcasela a que estudie el maravilloso organismo del cuerpo humano y las leyes que lo rigen. Los que disciernen las pruebas del amor de Dios, que entienden algo de la sabiduría y el buen propósito de sus leyes, así como de los resultados de la obediencia, llegarán a considerar sus deberes y obligaciones desde un punto de vista muy diferente. En vez de ver en la observancia de las leyes de la salud un sacrificio y un renunciamiento, la tendrán por lo que es en realidad: un inapreciable beneficio.
Todo obrero evangélico debe comprender que la enseñanza de los principios que rigen la salud forma parte de la tarea que se le ha señalado. Esta obra es muy necesaria y el mundo la espera.­ El Ministerio de curación, pág. 105. 41 EGW. CSS

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