Amado,
yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así
como prospera tu alma. (3 Juan 2).
Las cosas de la naturaleza son
bendiciones de Dios destinadas a proporcionar salud al cuerpo, al espíritu y al
alma.
Son dadas al que goza de buena salud para que la conserve y al enfermo para curarlo. Asociadas a los tratamientos hidroterápicos, son más eficaces para el restablecimiento de la salud que todas las drogas del mundo.
En el campo,
los enfermos hallan muchas cosas que apartan su atención de su persona y de sus
sufrimientos.
Por
todas partes pueden
ver las bellezas de la naturaleza: las flores, los campos, los árboles frutales
cargados de sus ricos tesoros, los árboles del bosque que dan su sombra gratificante,
y las colinas y los valles con sus matices verdes tan variados y
las
diferentes escenas de la vida que en ellos se manifiestan.
Además, los
enfermos no quedan simplemente arrobados por lo que les rodea, sino que
aprenden al mismo tiempo preciosas lecciones espirituales.
Rodeados por las
obras maravillosas de Dios, su espíritu se eleva de las cosas visibles a las
invisibles.
Las bellezas de la naturaleza los inducen a pensar en los
encantos inefables de la tierra renovada, donde nada vendrá ya a destruir las bellezas de la naturaleza, ni a causar enfermedad o muerte.
La
naturaleza es el médico de Dios.
El
aire puro, el
alegre sol, las bellas flores y los grandes árboles, los vegetales, los viñedos
y el ejercicio al aire libre en medio de esas cosas maravillosas, he aquí lo
que comunica salud, he aquí el elixir de vida.
La vida al aire libre es el único medicamento que muchos enfermos necesitan. Su influencia es potente para curar las enfermedades que resultan de la vida moderna, de esa vida que debilita y destruye las energías mentales y espirituales.
¡Con
qué agradecimiento
los enfermos cansados del régimen de la ciudad, del encandilamiento de las
luces y del ruido de la calle, acogen la paz y la libertad que se
disfruta en el campo!
¡Con
qué avidez se ponen a contemplar las escenas de la naturaleza!
¡Cuán felices serían con gozar de las ventajas
de un sanatorio en el campo, donde
pudiesen sentarse al aire libre, alegrarse
al sol y
respirar el suave perfume de los árboles y de las flores!
Hay propiedades vivificantes en el bálsamo de los pinos, en
el perfume de las coníferas; hay aun otros árboles que comunican salud; no
hay que derribarlos inconscientemente: cultívenlos cuando están en número suficiente y plántenlos
cuando faltan...
Nada tiene mejor
éxito para restablecer la salud y dar felicidad... que vivir
entre las cosas atrayentes de la campiña...
Dios nos ayude a hacer
cuanto esté en nuestro poder para utilizar las fuerzas vivificantes del sol y
del aire puro. - Testimonios
selectos, t. 5, págs. 36-39. RJ137/EGW/MHP 138
AUDIO.
https://www.youtube.com/watch?v=0eo9e_qy1QI&list=PLtrFh-HO7ogCN7TYCzWFldOpHDCN8XOF7&index=11&pp=sAQB
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tú Tiempo.