viernes, 17 de febrero de 2012

SECCIÓN IX. LA ENSEÑANZA DE LOS PRINCIPIOS DE LA SALUD. 28. “La Iglesia Debiera Despertar”


Hemos llegado a un tiempo en el cual cada miembro de la iglesia debe hacer obra misionera médica. Este mundo se parece a un hospital de víctimas de enfermedades físicas y espirituales. Por todas partes, hay gente que muere por carecer del conocimiento de las verdades que nos han sido confiadas. Es necesario que los miembros de la iglesia despierten y comprendan su responsabilidad en cuanto a dar a conocer estas verdades. Los que han sido alumbrados por la verdad deben ser portaluces para el mundo. En el tiempo actual, ocultar nuestra luz seria una gravísima falta. El mensaje que Dios dirige a su pueblo hoy es éste: "Levántate, resplandece; que ha venido tu lumbre, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti" (Isaías 60: 1).

"Por todas partes se ven personas que han tenido mucha luz y conocimiento elegir voluntariamente el mal antes que el bien. No tratan de reformarse, y empeoran de día en día. Mas los hijos de Dios no deben vivir en las tinieblas. Como reformadores, deben andar en la luz".

La obra médica misionera abrirá muchas puertas delante del verdadero reformador. No es necesario esperar hasta ser llamado a algún campo lejano para ayudar a los demás. Dondequiera que estemos podemos empezar inmediatamente. Se presentan ocasiones para todos. Emprendamos el trabajo del cual somos responsables, la obra que debe hacerse en nuestra casa y en nuestro vecindario. No esperemos a que se nos inste a obrar. Con temor de Dios, echemos  mano a la obra sin dilación, acordándonos de nuestra responsabilidad personal delante de Aquel que dio su vida por nosotros. Obremos como quienes oyen a Cristo llamarlos personalmente a hacer cuanto sea posible para servirle. No miremos en derredor nuestro para ver quiénes más están listos. Si somos verdaderamente consagrados, Dios traerá a la verdad, por nuestro ministerio, a otras personas de las que podrá servirse para comunicar la luz a buen número de aquellos que andan a tientas en las tinieblas.

Todos pueden hacer su parte
Todos pueden hacer algo. Algunos dirán, tratando de disculparse: "Mis deberes domésticos y mis hijos exigen todo mi tiempo y todos mis recursos". Padres, vuestros hijos pueden ser para vosotros una ayuda que acreciente vuestras fuerzas y capacidades de trabajar para el Maestro. Los niños son los miembros más jóvenes de la familia del Señor. Deben ser inducidos a consagrarse a Dios, a quien pertenecen por derecho de creación y de redención. Se les debe enseñar que todas sus energías del espíritu, del cuerpo y del alma pertenecen al Señor. Hay que enseñarles a servir en diferentes actividades útiles y desinteresadas. No permitáis que vuestros hijos sean impedimentos. Ellos deben compartir con vosotros vuestras cargas espirituales así como las materiales. Al ayudar a otros, ellos acrecientan su propia felicidad y utilidad.

Nuestros hermanos y hermanas deben demostrar que se interesan intensamente en la obra misionera médica. Deben prepararse para hacerse útiles estudiando los libros escritos para nuestra instrucción en este sentido. Dichos libros son dignos de nuestra atención y merecen que se los aprecie más que en lo pasado. Una gran parte de las verdades que todos debieran conocer para su propio bien fueron escritas con la intención de instruirnos acerca de los principios de la salud. Los que estudian y ponen en práctica dichos principios  serán abundantemente bendecidos, física y espiritualmente. Una comprensión de la filosofía de la salud será una salvaguardia contra los muchos males que continuamente van en aumento.

El estudio en el hogar
Muchos de los que quisieran adquirir conocimientos en el ramo médico misionero tienen deberes domésticos que les impiden a veces unirse a otros para el estudio. En tal caso, pueden aprender muchas cosas en su casa acerca de la voluntad de Dios con referencia a dicha obra misionera y aumentar así su capacidad de ayudar a otros. Padres y madres, tratad de obtener cuanta ayuda os sea posible del estudio de nuestros libros y periódicos... Tomad tiempo para leer a vuestros hijos partes de nuestros libros referentes a la salud, así como de aquellos que tratan más particularmente temas religiosos. Enseñadles la importancia que tiene el cuidado de nuestro cuerpo ­este tabernáculo que habitamos­. Formad un círculo de lectura en el cual cada miembro de la familia, poniendo a un lado los cuidados del día, se dedicará al estudio. Padres, madres, hermanos, hermanas, tomad a pecho esa tarea y veréis cuán ampliamente se beneficiará con ello vuestra familia.

Sobre todo, los jóvenes que han adquirido la costumbre de leer novelas recibirán beneficios de este estudio de la velada en casa. Jóvenes de ambos sexos, leed las obras que puedan daros conocimiento verdadero para contribuir a la ayuda de toda la familia. Decid con firmeza: "No quiero perder un tiempo precioso leyendo lo que no me reportará ningún provecho y que sólo puede impedirme ser útil a los demás. Quiero consagrar mi tiempo y mis pensamientos a hacerme capaz de servir a Dios. Quiero apartar los ojos de las cosas frívolas y culpables. Mis oídos pertenecen al Señor, y no quiero escuchar los raciocinios sutiles del enemigo. Mi voz no quedará, en ninguna manera, a la disposición   de una voluntad que no esté bajo la influencia del Espíritu de Dios. Mi cuerpo es templo del Espíritu Santo y emplearé todas las facultades de mi ser para perseguir un noble fin".

Los jóvenes, manos ayudadoras de Dios
El Señor ha designado a los jóvenes para que acudan en su ayuda. Si en cada iglesia se consagrasen a él, si manifestasen espíritu de sacrificio en el hogar, aliviando a la madre de familia agotada por el trabajo, ésta hallaría tiempo para visitar a sus vecinos, y los niños podrían ellos también, cuando se presentase la ocasión, hacer algunas diligencias con espíritu de compasión y amor. Los libros y las revistas que tratan de la salud y de la temperancia podrían colocarse en muchas casas. La difusión de esos impresos es algo importante, porque gracias a ellos pueden comunicarse conocimientos preciosos acerca del tratamiento de las enfermedades, conocimientos que resultarán de gran beneficio para quienes no pueden pagarse las consultas de un médico.

El estudio de la fisiología
Los padres deben tratar de interesar a sus hijos en el estudio de la fisiología. Pocos jóvenes tienen un conocimiento preciso de los misterios de la vida. Muchos padres no se interesan bastante en el estudio del maravilloso organismo humano, de las relaciones y de la dependencia de sus complicados órganos. Aunque Dios les dice: "Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como tu alma", no comprenden, sin embargo, la influencia del cuerpo sobre el espíritu ni del espíritu sobre el cuerpo. Dedican su atención a cosas triviales y luego alegan que les falta el tiempo para obtener la información necesaria que les permitiría instruir convenientemente a sus hijos.

Si cada uno quisiese obtener conocimientos al respecto y  sintiese la importancia de ponerlos en práctica, presenciaríamos un estado de cosas mejor. Padres, enseñad a vuestros hijos a razonar de las causas a los efectos. Mostradles que si violan las leyes de la salud tendrán que pagar la transgresión con sufrimientos. Mostradles que la temeridad respecto a la salud del cuerpo favorece la temeridad en las cosas morales. Vuestros hijos necesitan cuidado paciente y fiel. No basta que los alimentéis y los vistáis. Debéis tratar también de desarrollar su fuerza mental y llenar su corazón de principios justos.

Mas ¡cuán a menudo sucede que la belleza del carácter y la amabilidad del genio son descuidadas para atender a la apariencia externa! ¡Oh, padres, no os dejéis gobernar por la opinión del mundo ni tratéis de alcanzar su norma! Decidid por vosotros mismos cuál debe ser el objeto esencial de la vida y luego dedicad todos vuestros esfuerzos a alcanzarlo. No podéis descuidar impunemente la educación de vuestros hijos. Los defectos de su carácter publicarán vuestro descuido a este respecto. Los males que dejéis pasar sin corrección, los modales bruscos, groseros, y la falta de respeto y obediencia, las costumbres de indolencia y falta de atención, deshonrarán vuestro nombre y amargarán vuestra vida. El destino de vuestros hijos está en gran medida en vuestras manos. Al faltar a vuestro deber con respecto a ellos, podéis colocarlos en las filas del enemigo y hacer de ellos agentes suyos para arruinar a otros; por otra parte, instruyéndolos fielmente, ofreciéndoles con vuestra vida un ejemplo de piedad, podéis conducirlos a Cristo. A su vez, ellos ejercerán sobre otros la misma influencia, y así, por vuestro medio, podrá salvarse gran número de almas.

Instruid a los niños
Padres y madres, ¿comprendéis la importancia de la responsabilidad que recae sobre vosotros? ¿Comprendéis la necesidad de preservar a vuestros hijos del descuido y de  las costumbres desmoralizadoras? No les permitáis entrar en relación con otras personas fuera de aquellas que ejercerán una buena influencia sobre su carácter. No los dejéis salir de noche a menos que sepáis adónde van y lo que hacen. Instruidlos en los principios de la pureza moral. Si habéis descuidado el enseñarles a este respecto precepto tras precepto, renglón tras renglón, un poco aquí y un poco allá, cumplid inmediatamente este deber. Haceos cargo de vuestra responsabilidad, y trabajad para el tiempo presente y para la eternidad. No dejéis transcurrir ni un día más sin confesar vuestra negligencia a vuestros hijos. Decidles que habéis decidido ahora hacer la obra que Dios os ha asignado. Pedidles que emprendan con vosotros esa reforma. Haced esfuerzos diligentes para redimir lo pasado. No permanezcáis por más tiempo en el estado de la iglesia de Laodicea. En el nombre del Señor, suplico a cada familia que enarbole su verdadero estandarte. Reformad la iglesia que tenéis en vuestro hogar.

Mientras cumplís vuestros deberes hacia vuestra familia, el padre como sacerdote de la casa y la madre como misionera del hogar, multiplicaréis agentes capaces de hacer bien fuera de la casa. Al emplear vuestras facultades, os capacitaréis mejor para trabajar en la iglesia y entre vuestros vecinos. Al vincular a vuestros hijos con vosotros mismos y con Dios, todos, padres e hijos, llegaréis a ser colaboradores de Dios.

Como medio de vencer el prejuicio y de obtener acceso a las mentes, la obra médica misionera debe llevarse a cabo, no en uno o dos lugares únicamente, sino en muchos lugares en los que la verdad todavía no ha sido proclamada. Debemos trabajar como misioneros médicos evangélicos para sanar a las almas enfermas por el pecado al darles el mensaje de salvación.­ Testimonies for the Church, tomo 9, pág. 211 (1909).

Los obreros evangélicos deben enseñar la reforma pro salud
Nuestros pastores debieran llegar a ser expertos en la reforma pro salud. Deben familiarizarse con la fisiología y la higiene; deben comprender las leyes que gobiernan la vida física y su influencia sobre la salud de la mente y el alma. Hay miles de personas que saben muy poco acerca del admirable cuerpo que Dios les ha dado o del cuidado que éste debiera recibir, porque consideran más necesario estudiar temas de mucho menos importancia. Hay una obra que los pastores deben realizar. Cuando adopten una posición correcta acerca de este tema, se ganará mucho. En sus propias vidas y en sus hogares debieran obedecer las leyes de la vida, practicar los principios correctos y vivir con salud. Así podrán hablar correctamente del tema y conducir a la gente a niveles cada vez más elevados en la obra de la reforma. Al vivir ellos mismos en la luz pueden presentar un mensaje de mayor valor a los que necesitan ese testimonio.

Si los ministros combinaran la presentación del tema de la salud con la obra que realizan en las iglesias, se derramarían grandes bendiciones y ellos obtendrían una valiosa experiencia. La gente debe recibir la luz acerca de la reforma pro salud. . .

Los presidentes de las asociaciones necesitan comprender que ya es hora de que se coloquen en el lado correcto de este asunto. Los pastores y los profesores deben dar a otros la luz que han recibido. Se necesita la obra de ellos en todos los ramos. Dios les ayudará; él fortalecerá a sus siervos para que permanezcan firmes, y ellos no serán desviados de la verdad y la justicia a fin de dar cabida a la complacencia para consigo mismos.­ Testimonies for the Church, tomo 6, págs. 376-377 (1900). 

La reforma en la temperancia
Es necesario que se produzca una gran reforma en el campo de la temperancia. El mundo está lleno de toda clase de complacencia de sí mismo. Debido a la influencia entorpecedora de 105 estimulantes y narcóticos, las mentes de muchos son incapaces de discernir entre lo sagrado y lo profano. Sus facultades mentales han sido debilitadas, de manera que no pueden discernir las profundas cosas espirituales de la Palabra de Dios.

El cristiano debe ser temperante en todas las cosas: en la comida, en la bebida, en la manera de vestir y en todo aspecto de la vida. "Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros una incorruptible" (1 Cor. 9: 25). No tenemos derecho de complacernos en nada que produzca en la mente una condición que impida que el Espíritu de Dios nos impresione con la comprensión de nuestro deber. Satanás manifiesta una obra maestra de su habilidad cuando coloca a los hombres en un lugar donde difícilmente pueden ser alcanzados por el Evangelio.
¿No debiera producirse entre nosotros como pueblo un reavivamiento de la obra de la temperancia? ¿Por qué no estamos realizando esfuerzos más definidos para oponernos al tráfico del licor, que está arruinando las almas de los hombres y causando violencia y delitos de toda clase? Con la gran luz que Dios nos ha confiado, debiéramos encontrarnos al frente de toda reforma genuina. El empleo de licores estupefacientes está induciendo a los hombres a cometer los crímenes más horribles. Debido a la maldad que sobreviene como resultado del uso del licor, los juicios de Dios están cayendo sobre la tierra en la actualidad. ¿No tenemos la solemne responsabilidad de realizar los esfuerzos más fervientes para oponernos a este gran mal?­ Review and Herald, agosto 29, 1907.

En los congresos campestres *
En nuestra obra debe dedicarse más atención a la reforma pro temperancia. Todo deber que exige reforma entraña arrepentimiento, fe y obediencia. Significa elevar el alma a una vida nueva y más noble. De modo que toda verdadera reforma tiene su lugar en la obra del mensaje del tercer ángel.

Especialmente la reforma pro temperancia exige nuestra atención y apoyo.
En nuestros congresos campestres debemos llamar la atención a esta obra y hacer de ella un asunto de gran importancia. Debemos presentar a la gente los principios de la verdadera temperancia y solicitarle que firme la promesa de abstinencia. Debe dedicarse atención especial a los que están esclavizados por los malos hábitos. Debemos conducirlos a la cruz de Cristo. Nuestros congresos deben recibir la visita y la colaboración de los médicos. Estos deben ser hombres de sabiduría y juicio sano, hombres que respeten el ministerio de la Palabra, y que no sean víctimas de la incredulidad. Son los guardianes de la salud del pueblo, y deben ser reconocidos y respetados. Deben dar instrucción a la gente acerca de los peligros de la intemperancia. En lo futuro este mal deberá combatirse más audazmente que en lo pasado. Los ministros y los médicos deben presentar los males de la intemperancia. Ambas clases deben trabajar en el Evangelio con poder para condenar el pecado y ensalzar la justicia. Los ministros o médicos que no dirigen llamamientos personales a la gente son remisos en su deber. No cumplen la obra que Dios les ha asignado.

En otras iglesias hay cristianos que se destacan en defensa de los principios de la templanza. Debemos procurar acercarnos a estos obreros y preparar el terreno para que nos acompañen. Debemos invitar a hombres grandes y buenos  para que secunden nuestros esfuerzos por salvar lo que se ha perdido.
Si llevásemos adelante la obra pro temperancia como se inició hace treinta años; si en nuestros congresos presentáramos a la gente los males de la intemperancia en el comer y beber, especialmente los males de la bebida; si estas cosas fuesen presentadas en relación con las evidencias de la pronta venida de Cristo, la gente se conmovería. Si manifestáramos un celo proporcional a la importancia de las verdades que presentamos, podríamos contribuir a rescatar de la ruina a centenares, sí, a millares.

Una buena obra hecha difícil *
La verdad presente se encuentra en la obra pro salud tan ciertamente como en otras características de la obra evangélica. Ninguna rama puede constituir un todo perfecto cuando se la separa de las demás.
El evangelio de la salud tiene abogados capaces, pero su obra ha resultado muy difícil debido a que muchos ministros, presidentes de asociaciones y otros obreros que ocupan posiciones de influencia, han fallado en dar a la reforma pro salud la atención que merece. No la han reconocido en su relación con la obra del mensaje como el brazo derecho del cuerpo. En tanto que muchos de los miembros y algunos de los pastores han mostrado muy poco respeto hacia este departamento, el Señor ha demostrado su consideración por él al darle abundante prosperidad. La obra de la salud, cuando se la lleva a cabo debidamente, constituye una cuña de entrada que abre el camino para que otras verdades lleguen al corazón. Cuando se reciba en su plenitud el mensaje del tercer ángel, la reforma pro salud recibirá el lugar que le corresponde en los concilios de la asociación, en la obra de la iglesia, en el hogar, en la mesa y en el arreglo de la casa. Entonces el brazo derecho tendrá  utilidad y protegerá al cuerpo.­ Testimonies for the Church, tomo 6, pág. 327 (1900).

Difusión de los principios de la temperancia *
Dios pide a su pueblo que se una armoniosamente en el servicio que le prestan, para que puedan trabajar siguiendo los métodos de Cristo. Este último mensaje de amonestación debe darse al mundo, y se llama continuamente a los que están dispuestos a ir para llevarlo a los campos misioneros que piden ayuda. Hay quienes no pueden ir personalmente a esos campos, pero pueden ayudar con sus recursos a sostener la obra.

Muchos pueden dedicarse a la venta de nuestros periódicos. En esa forma pueden obtener los recursos necesarios para trabajar en los campos extranjeros mientras siembran semillas de verdad en todas partes, en su tierra natal. Esta obra recibirá la bendición de Dios y no se realizará en vano.
Dejemos que la luz brille en el lugar donde nos encontramos. Distribuyamos revistas y folletos a las personas con quienes nos relacionamos, en los medios de transporte público, cuando visitamos a alguien, o bien cuando conversamos con los vecinos; y aprovechemos toda ocasión para pronunciar palabras oportunas. El Espíritu Santo hará que la semilla fructifique en algunos corazones. Como pueblo, debemos cultivar la bondad y la cortesía en nuestra relación con la gente. Evitemos toda brusquedad  y esforcémonos siempre por presentar la verdad en forma agradable. Esta verdad significa vida, vida eterna, para quien la recibe. Por eso debemos aprender la forma de pasar con facilidad y cortesía de los temas de naturaleza temporal a los de naturaleza espiritual y eterna. La cortesía caracterizaba la obra del Salvador. Procuremos presentar nuestra misión en la forma más suave posible. Mientras realizamos nuestras diversas actividades debemos colocar las semillas de la verdad en los corazones.

Tengo palabras de ánimo con respecto al número especial de la revista Watchman, que está por salir de las prensas de la Casa Editora del Sur. Me alegraré al ver que nuestras asociaciones ayudan en esta obra adquiriendo grandes cantidades de este número para hacer circular la revista. Que ningún estorbo obstruya el esfuerzo que se realiza, sino que todos hagan su parte para dar una amplia circulación a este número sobre la temperancia.

No podría haber un tiempo mejor que el actual para una acción de esta clase, cuando el tema de la temperancia está creando un interés tan amplio. Que nuestro pueblo en todas partes actúe en forma decidida para que todos vean cuál es nuestra posición en la cuestión de la temperancia. Debe hacerse todo lo posible para que circulen peticiones definidas y conmovedoras con el fin de cerrar los lugares donde se expenden bebidas alcohólicas. Que esta revista se convierta en un poder para el bien. Nuestra obra de temperancia debe ser más activa y decidida.

Se impartirá una luz valiosa con las publicaciones que se distribuyen en los pueblos y ciudades. Nuestras oraciones humildes, nuestra actividad sin egoísmo, serán bendecidas por Dios, y la verdad como está en Jesús llegará hasta quienes la necesitan. Las palabras que Cristo habló a los seres humanos cuando estuvo en el mundo, volverá a pronunciarlas a través de sus seguidores humildes y fieles. Por medio de ellos dará el pan de vida y el agua de la salvación. Hermanos, encargaos de esta obra con humildad de corazón. La sencillez de la verdadera piedad hará que se nos respete y conducirá a hombres y mujeres a buscar la fuente de nuestro poder. Creamos, y recibiremos las cosas que hemos pedido.

Colaboración con los obreros cristianos de la temperancia *
La Unión Femenina de Temperancia Cristiana es una organización con la cual podemos colaborar entusiastamente en sus esfuerzos por difundir los principios de la temperancia. Se me ha revelado que no debemos apartarnos de ellos, y aunque no debemos sacrificar ningún. principio de nuestra parte, debemos, hasta donde sea posible, unirnos con ellos en la obra en favor de la reforma pro temperancia. Mi esposo y yo, en nuestro trabajo, nos hemos unido a esos obreros de la temperancia y hemos tenido el gozo de ver que varios de ellos se han unido a nosotros en la observancia del verdadero día de reposo. Existe entre ellos un fuerte prejuicio contra nosotros, pero no eliminaremos ese prejuicio al mantenernos apartados de ellos. Dios nos está probando. Debemos trabajar con ellos cuando podamos hacerlo, y ciertamente podemos colaborar con ellos en la campaña para cerrar definitivamente los lugares donde se expenden bebidas alcohólicas.

Cuando el instrumento humano somete su voluntad a la voluntad de Dios, el Espíritu Santo obrará en los corazones de las personas con quienes trabaja. Se me ha mostrado que no debemos apartarnos de los obreros de la Unión Femenina de Temperancia Cristiana. Al unirnos con ellos en favor de la abstinencia total, no cambiamos nuestra posición con respecto a la observancia del séptimo día, de manera que podemos mostrar nuestro aprecio de su posición concerniente al tema de la temperancia. Al abrir la puerta e invitarlos a unirse con nosotros en este asunto de la  temperancia, aseguramos su ayuda en este sentido; y ellos, al unirse con nosotros, tendrán acceso a nuevas verdades que el Espíritu Santo desea impresionar en sus corazones. Hermanos míos, trabajad juntamente con Cristo. Realizad todo esfuerzo posible a tiempo y fuera de tiempo para difundir la luz de la verdad presente. El Señor nos ha enseñado cuán seguro es el cable que nos ancla a la Roca viviente. Aquí tenemos una oportunidad de trabajar por los que tienen la verdad en algunos puntos, pero que en otros no están cimentados con seguridad. Manteneos en contacto con la gente en el lugar donde os encontréis. 'Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos" (Mateo 5: 16).

Hay que enseñar con sabiduría
No debemos avanzar con más rapidez de lo que pueden ir las personas cuyas conciencias e intelectos están convencidos de las verdades que proclamamos. Debemos buscar a la gente en el lugar donde se encuentra. Algunos de nosotros hemos demorado años en llegar a nuestra posición actual acerca de la reforma pro salud. La reforma del régimen de alimentación se realiza con lentitud. Tenemos que hacer frente a apetitos poderosos, porque el mundo está entregado a la glotonería. Si pensamos que debemos dar a la gente el mismo tiempo que nosotros hemos necesitado para llegar al estado actual avanzado de la reforma pro salud, tendríamos que ser muy pacientes con ellos y permitirles avanzar paso a paso, como lo hemos hecho nosotros, hasta que sus pies  queden firmemente establecidos sobre la plataforma de la reforma pro salud. Debemos tener mucho cuidado de no avanzar demasiado rápido, a fin de no tener que volver sobre nuestros pasos. Cuando se trata de una reforma, es mejor quedar un paso corto del objetivo antes que sobrepasarlo en un paso. Y si se produce un error, que sea en el lado que se encuentra más cerca de la gente. Sobre todas las cosas, no debiéramos escribir en favor de posiciones que no practicamos en nuestras propias familias ni en nuestras propias mesas. . .

Cuando nos ponemos en contacto con personas que no han sido iluminadas en lo que concierne a la reforma de la salud, y les presentamos desde el comienzo nuestras posiciones más definidas, corremos el peligro de desanimarlas al ver lo mucho que tienen que avanzar, lo que podría impedir que realizaran esfuerzo alguno en favor de la reforma. Debemos guiar a la gente en forma paciente y gradual, recordando el pozo del que fuimos sacados.­ Testimonies for the Church, tomo 3, págs. 20-21 (1872).

El ejercicio correcto de la voluntad *
Las víctimas de los malos hábitos deben reconocer la necesidad del esfuerzo personal. Otros harán con empeño cuanto puedan para levantarlos, y la gracia de Dios les es ofrecida sin costo. Cristo podrá interceder, sus ángeles podrán intervenir; pero todo será en vano si ellos mismos no resuelven combatir personalmente.

Las últimas palabras de David para Salomón, joven a la sazón y a punto de ceñir la corona de Israel, fueron éstas: "Esfuérzate, y sé varón" (1 Reyes 2: 2). A todo hijo de la humanidad, candidato a inmortal corona, van dirigidas estas palabras inspiradas: "Esfuérzate, y sé varón".

A los que ceden a sus apetitos se les ha de inducir a ver y reconocer que necesitan renovarse moralmente si quieren ser hombres. Dios les manda despertarse y recuperar, con las fuerzas de Cristo, la dignidad humana dada por Dios y sacrificada a la pecaminosa satisfacción de los apetitos.
Al sentir el terrible poder de la tentación y la fuerza arrebatadora del deseo que le arrastra a la caída, más de uno grita desesperado: "No puedo resistir al mal". Decidle que puede y que debe resistir. Bien puede haber sido vencido una y otra vez, pero no será siempre así. Carece de fuerza moral, y le dominan los hábitos de una vida de pecado. Sus promesas y resoluciones son como cuerdas de arena.

El conocimiento de sus promesas quebrantadas y de sus votos malogrados le debilitan la confianza en su propia sinceridad, y le hacen creer que Dios no puede aceptarle ni cooperar con él; pero no tiene por qué desesperar. Quienes confían en Cristo no han de ser esclavos de tendencias ni hábitos hereditarios ni adquiridos. En vez de quedar sujetos a la naturaleza inferior, han de dominar sus apetitos y pasiones. Dios no deja que peleemos contra el mal con nuestras fuerzas limitadas. Cualesquiera que sean las tendencias al mal, que hayamos heredado o cultivado, podemos vencerlas mediante la fuerza que Dios está pronto a darnos. . .

Mediante el debido uso de la voluntad cambiará enteramente la conducta. Al someter nuestra voluntad a Cristo, nos aliamos con el poder divino. Recibimos fuerza de lo Alto para mantenernos firmes. Una vida pura y noble, de victoria sobre nuestros apetitos y pasiones, es posible para todo el que une su débil y vacilante voluntad a la omnipotente e invariable voluntad de Dios.

Los que luchan contra el poder de los apetitos deberían ser instruidos en los principios del sano vivir. Debe mostrárseles que la violación de las leyes que rigen la salud, al crear condiciones enfermizas y apetencias que no son  naturales, echa los cimientos del hábito de la bebida. Sólo viviendo en obediencia a los principios de la salud pueden esperar verse libertados de la ardiente sed de estimulantes contrarios a la naturaleza. Mientras confían en la fuerza divina para romper las cadenas de los apetitos, han de cooperar con Dios obedeciendo a sus leyes morales y físicas. . .

Para toda alma que lucha por elevarse de una vida de pecado a una vida de pureza, el gran elemento de fuerza reside en el único 'nombre debajo del cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hechos 4: 12). "Si alguno tiene sed", de esperanza tranquila, de ser libertado de inclinaciones pecaminosas, Cristo dice: "Venga a mí y beba" (Juan 7: 37). El único remedio contra el vicio es la gracia y el poder de Cristo.

Hay que firmar el voto de temperancia *
Como cristianos debiéramos mantenernos firmes en defensa de la temperancia. Ninguna clase de personas, fuera de nuestra juventud temerosa de Dios, es capaz de realizar más en favor de la causa de la temperancia. Si los jóvenes que viven en nuestras ciudades se unieran para formar un ejército firme y decidido, y se opusieran decididamente contra toda clase de complacencia personal egoísta y destructora de la salud, constituirían un poder arrollador en favor de la verdad. Podrían salvar a muchos de la desmoralización al visitar los salones y lugares equipados con música y toda clase de atracciones que cautivan a la juventud. La intemperancia, la Disolución y la Profanidad son hermanas.
Que cada joven temeroso de Dios se ciña la armadura y avance hacia el frente. Que nadie se excuse cuando se le  pide que ponga su nombre en el voto de temperancia, sino que firme cada voto que se le presente e induzca a otros a hacer lo mismo. Trabajad para el bien de vuestras propias almas y para el bien de otros. Nunca dejéis pasar una oportunidad de colocar vuestra influencia en el lado de una temperancia estricta.

Agradecemos a Dios porque se ha ganado una victoria, pero esperamos llevar a nuestros hermanos y hermanas hacia una norma todavía más elevada, donde firmarán el voto de abstenerse del uso de café y de la hierba que viene de la China.

El uso de café es una complacencia perjudicial. Excita la mente a una acción inusitada de corta duración, pero produce un triste efecto secundario: postración y agotamiento de las energías físicas, mentales y morales. La mente se debilita, y a menos que se venza el hábito por medio de un esfuerzo definido, la actividad del cerebro disminuye notablemente.

En algunos casos, a los consumidores de té y café les resulta tan difícil romper este hábito como al borracho dejar de beber licor. Usar dinero en té y café como bebidas usuales, es peor que malgastarlo. Estas bebidas estimulantes perjudican constantemente a quienes las usan, sean hombres o mujeres.
Estos irritantes de los nervios desgastan continuamente las energías vitales, y la inquietud, la impaciencia y la debilidad mental causadas por nervios deshechos, se convierten en un elemento de disensión que obra constantemente contra el progreso espiritual. ¿Pondrán los cristianos su apetito bajo el control de la razón, o continuarán complaciéndolo porque se sienten decaídos sin el té o el café, lo mismo que el borracho sin su estimulante? ¿No debieran despertar también los que promueven la reforma pro temperancia a la realidad del mal producido por estas cosas  perjudiciales? ¿No debiera también el voto de temperancia abarcar el café y el té como estimulantes perjudiciales?

Pruebas prematuras
El Señor desea que nuestros predicadores, médicos y miembros de la iglesia cuiden de no instar a aquellos que ignoran nuestra fe a que hagan cambios repentinos en su régimen alimentario, lo cual los pondría prematuramente a prueba. Sostened los principios de la reforma pro salud y dejad al Señor conducir a los sinceros de corazón. Ellos oirán y creerán. Tampoco requiere el Señor que sus mensajeros presenten las hermosas verdades del sano vivir de una manera que cree prejuicios. Nadie ponga piedras de tropiezo ante los pies que andan en las oscuras sendas de la ignorancia. Aun al alabar una cosa buena no conviene ser demasiado entusiasta, por temor a apartar del camino a quienes vienen a oír. Presentad los principios de la temperancia en su forma más atractiva.­ Obreros evangélicos, pág. 245 (1915). EGW CSS

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