viernes, 17 de febrero de 2012

SECCIÓN IX. LA ENSEÑANZA DE LOS PRINCIPIOS DE LA SALUD. 31. “El Colportor, Es Un Maestro”


La cuestión de la temperancia debe recibir apoyo decidido del pueblo de Dios. La intemperancia lucha por colocarse a la cabeza; la complacencia de sí mismo está aumentando, y las publicaciones que tratan de la reforma pro salud se necesitan en gran medida. Las publicaciones que presentan este tema son la mano ayudadora del Evangelio, porque inducen a las almas a investigar la Biblia para comprender mejor la verdad. Hay que hacer resonar una nota de advertencia contra el gran mal de la intemperancia; y para que  esto pueda realizarse, todo observador del sábado debiera estudiar y practicar la instrucción contenida en nuestras revistas pro salud y en nuestros libros de salud. Y debieran hacer más que esto: debieran realizar esfuerzos definidos para hacer circular estas publicaciones entre sus vecinos. La venta de nuestras publicaciones de salud de ninguna manera estorbará la venta de otras publicaciones que tratan de diversos aspectos del mensaje del tercer ángel. Todos han de preparar el camino para la venida del Señor.

El valor de nuestras publicaciones
Los colportores debieran llamar la atención de las personas a quienes visitan a nuestras publicaciones de salud, y debieran hablarles de la valiosa instrucción que contienen estos periódicos concerniente al cuidado de los enfermos y al tratamiento de las enfermedades. Deben decirles que estas instrucciones, si se las estudia y practica, proporcionarán salud a la familia. Deben explicarles lo importante que es para toda familia comprender la ciencia de la vida. Deben dirigir las mentes a Aquel que formó y que mantiene en movimiento la admirable maquinaria del cuerpo. Deben decirles que nos corresponde colaborar con Dios, cuidar con sabiduría todas nuestras facultades y órganos. El cuidado debido del cuerpo es una gran responsabilidad y requiere un conocimiento inteligente de su parte. Deben decirles que Dios es deshonrado cuando, por la gratificación del apetito y la pasión, el ser humano abusa de la maquinaria del cuerpo, hasta el punto que este realiza su obra débilmente y con dificultad. Deben decirles que los libros que llevan proporcionan mucha instrucción valiosa concerniente a la salud y que al practicar esas instrucciones pueden ahorrarse mucho sufrimiento y también mucho dinero que de otro modo gastarían en gastos médicos. Deben decirles que en esos libros hay consejos que no  podrían obtener de los médicos durante las cortas visitas al consultorio.

Enseñando por el ejemplo
El colportor, en su relación con la gente, puede hacer mucho para demostrar el valor de la vida saludable. En lugar de quedarse en un hotel, debiera, cuando es posible, obtener alojamiento en una casa de familia. Cuando se encuentra a la mesa sentado con la familia, debe practicar la instrucción dada en los libros de salud que vende, y elevar el estandarte de la estricta temperancia. A medida que se ofrezca la oportunidad, debe hablar del valor del régimen de alimentación saludable. Nunca debiera avergonzarse de decir: "No, gracias; no como carne". Si le ofrecen té, debe rehusarlo, y explicar que es perjudicial, aunque durante algunos momentos produzca efecto estimulante, pero cuando pasa ese efecto, se produce una depresión correspondiente. Debe explicar los efectos perjudiciales de las bebidas intoxicantes, del tabaco, del té y del café, sobre los órganos y el cerebro.

Atención a los enfermos
A medida que el colportor va de un lugar a otro, encontrará a muchas personas que están enfermas. Por eso debe poseer un conocimiento práctico de las causas de la enfermedad y debe saber cómo dar tratamiento sencillo para aliviar el sufrimiento de la gente. Más que esto, debiera orar con fe y sencillez por los enfermos, y mostrarles al Gran Médico. Al caminar y obrar así con Dios, los ángeles ministradores se encuentran a su lado y les proporcionan acceso a los corazones. Un amplio campo de esfuerzo misionero se encuentra ante el colportor fiel y consagrado; cuánta bendición recibirá al cumplir diligentemente su obra.

Una obra sagrada e importante
Hombres y mujeres jóvenes, estáis siendo llamados por el Maestro para encargaros de su obra. Sus requerimientos son demasiado sagrados para tomarlos a la ligera. En el nombre del Señor os pido que dominéis todo apetito y pasión indebidos y que purifiquéis vuestras almas por medio de una creencia en la verdad. Venced por medio de la sangre del Cordero y de la palabra de vuestro testimonio. Cumplid fielmente vuestras obligaciones y buscad vuestra fortaleza en Dios.

Miembros de iglesia, despertad a la importancia de la circulación de nuestras publicaciones y dedicad más tiempo a esta obra. Colocad en los hogares de la gente revistas, folletos y libros que predicarán el Evangelio en sus diferentes aspectos. No hay tiempo que perder. Que muchos se entreguen voluntariamente y sin egoísmo a la obra del colportaje, y en esa forma ayuden a hacer resonar la advertencia que se necesita en gran medida. Cuando la iglesia realice la obra que se le ha encomendado, avanzará "hermosa como la luna, esclarecida como el sol, imponente como ejército en orden" (Cantares 6: 10).

Hay que distribuir las publicaciones *
Varios oradores habían hablado a vastas y atentas congregaciones en el congreso realizado en Roma, Estado de Nueva York, el primer día, el 12 de septiembre de 1875. La noche siguiente soñé que un hombre joven de noble apariencia venía a la habitación donde me encontraba, inmediatamente después de haber estado yo hablando. Esa misma persona se me había aparecido antes en sueños importantes para instruirme de tiempo en tiempo durante los  últimos 26 años. Me dijo: "Has llamado la atención de la gente a temas importantes, los cuales, para un gran número, son desconocidos y nuevos. para algunos resultan intensamente interesantes. Los obreros que trabajan en palabra y doctrina han hecho lo que podían en la presentación de la verdad que ha despertado preguntas en las mentes e interés.

Pero a menos que haya un esfuerzo más cabal para afirmar estas impresiones en las mentes, tus esfuerzos que ahora han sido realizados resultarán casi infructíferos. Satanás tiene muchas atracciones listas para apartar la mente, y los cuidados de esta vida y el engaño de las riquezas se combinan para ahogar la semilla de la verdad en el corazón, la cual en la mayor parte de los casos no produce fruto.
"En cada esfuerzo como el que ahora estás realizando, habría mejores resultados si se tuviera material de lectura apropiado listo para hacerlo circular. Hay que distribuir abundantemente folletos que traten los puntos importantes de la verdad para el tiempo presente a todos los que quieren aceptarlo, sin dinero y sin precio, lo cual podría resultar en un ingreso centuplicado para la tesorería. Debes sembrar junto a todas las aguas.

"La imprenta constituye un medio poderoso para mover las mentes y los corazones de las gentes. Y los hombres de este mundo aprovechan la imprenta para obtener el máximo de beneficio de cada oportunidad de presentar publicaciones deletéreas delante de la gente. Si los hombres que se encuentran bajo la influencia del espíritu del mundo y de Satanás realizan esfuerzos fervientes para hacer circular libros, folletos y revistas de naturaleza corruptora, vosotros debierais estar aún más deseosos de colocar ante la gente material de lectura de un carácter elevador y salvador".

Folletos sobre la reforma pro salud
Debieran realizarse esfuerzos más fervientes para iluminar a la gente acerca del gran tema de la reforma pro salud. Folletos de cuatro, ocho, doce, dieciséis y más páginas, con artículos definidos y bien escritos acerca de este gran tema, debieran distribuirse como las hojas de otoño.

Folletos en muchos idiomas
Folletos de tamaño reducido acerca de diferentes puntos de la verdad bíblica aplicable al tiempo presente, debieran imprimirse y distribuirse en los lugares donde haya alguna probabilidad de que sean leídos. Dios ha colocado al alcance de su pueblo ventajas en la imprenta, la cual, combinada con otros instrumentos, tendrá éxito en extender el conocimiento de la verdad. Hay que hacer circular folletos, revistas y libros, según lo exija cada caso, en todas las ciudades y pueblos del país. Esta es una obra misionera a la que pueden dedicarse todos.

La invitación
"El Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente" (Apocalipsis 22: 17).

Lecciones objetivas de la reforma pro salud *
Los grandes congresos que reunen a nuestro pueblo proporcionan una excelente oportunidad para ilustrar los principios de la reforma pro salud. Hace algunos años en estos congresos se decía mucho con respecto a la reforma pro salud y los beneficios de un régimen alimentario vegetariano; pero al mismo tiempo se servía carne en las mesas del comedor, y diversos artículos de alimentación perjudiciales eran vendidos en el almacén. La fe sin obras es muerta; y la instrucción sobre la reforma pro salud, negada en la práctica, no realizaba la impresión más profunda. En congresos posteriores las personas que estaban a cargo han educado mediante la práctica tanto como por el precepto. No se ha provisto carne en el comedor, sino fruta, granos y verduras en abundancia. Cuando los visitantes formulan preguntas con respecto a la ausencia de carne, se les explica claramente la razón, puesto que la carne no es el alimento más sano.

A medida que nos aproximamos al fin del tiempo, debemos elevarnos cada vez más en lo que concierne a la reforma pro salud y a la temperancia cristiana, y presentarlas en una forma más positiva y definida. Debemos esforzarnos continuamente para educar a la gente, no sólo por medio de las palabras sino también mediante nuestra práctica. El precepto y la práctica combinados ejercen una influencia definida.

En los congresos hay que instruir a la gente acerca de los temas de la salud. En nuestras reuniones efectuadas en Australia, se presentaban diariamente disertaciones acerca de los temas de la salud y con eso se despertaba un profundo interés. Había una carpa que era usada por los médicos y las enfermeras, donde se daban consejos gratuitos acerca de la salud, que beneficiaban a muchos. Miles de personas asistían a las disertaciones, y al final del congreso la gente no quedaba satisfecha con lo que había aprendido. En numerosas ciudades en las que se realizaban los congresos, algunos de los ciudadanos más notables instaban a que se establecieran sucursales del sanatorio, y prometían su cooperación. Se ha iniciado esta obra en varias ciudades, con buen éxito. Una institución de salud, debidamente administrada, da carácter a nuestra obra en campos nuevos y no sólo es un beneficio para la gente, sino que los obreros relacionados con ella pueden ser de ayuda para los que trabajan en los ramos del evangelismo.

En cada ciudad en la que tenemos una iglesia, existe la necesidad de un lugar para dar tratamientos médicos. Entre los hogares de los miembros de nuestra iglesia hay pocos que tienen lugar y facilidades para el cuidado debido de los enfermos. Por eso hay que proveer un lugar para dar tratamiento médico para las dolencias comunes. El edificio puede carecer de elegancia y hasta ser rústico, pero debiera amueblarse con los elementos necesarios para administrar tratamientos sencillos. Estos, administrados con habilidad, resultarán una bendición, no sólo para nuestro propio pueblo, sino también para sus vecinos, y podría ser el medio de llamar la atención de muchos hacia los principios de la salud.

Es el propósito del Señor que en todas partes del mundo se establezcan nuestras instituciones de salud como ramos de la obra evangélica. Estas instituciones deben ser las agencias de Dios para alcanzar una clase que ninguna otra cosa alcanzaría. No necesitan ser edificios grandes, pero debieran estar dispuestos de tal manera que se pueda realizar un obra eficaz.

Pueden iniciarse en todos los lugares destacados donde se llevan a cabo los congresos. Los comienzos pueden ser pequeños, y se pueden realizar ampliaciones a medida que las circunstancias lo exijan. Hay que calcular el costo de toda empresa, para estar seguros de que será posible completarlas. Debe sacarse la menor cantidad posible de dinero de la tesorería. Se necesitan hombres de fe y de habilidad financiera para hacer los planes económicos. Nuestros sanatorios deben levantarse con un empleo limitado de medios financieros. Con frecuencia es posible adquirir a bajo costo edificios en los cuales comenzar la obra.

¿Por qué hay que establecer sanatorios? *
En cartas recibidas de nuestros hermanos se formulan estas preguntas: "¿Por qué empleamos tanto esfuerzo en el establecimiento de sanatorios? ¿Por qué no oramos para sanar a los enfermos, en lugar de tener sanatorios?" Estas preguntas tienen más sentido del que parecen tener a primera vista. En la historia temprana de nuestra obra, muchos eran sanados por medio de la oración. Y algunos, después de haber sido sanados, continuaban con el mismo comportamiento en la complacencia del apetito que habían tenido en el pasado. No vivían ni trabajaban en la forma adecuada para evitar la enfermedad. No demostraban que apreciaban la bondad que el Señor había derramado sobre ellos. Vez tras vez experimentaron sufrimiento debido a su comportamiento descuidado e impremeditado. ¿Cómo podía el Señor ser glorificado al derramar sobre ellos el don de la salud?

Cuando recibimos luz según la cual debíamos comenzar la obra de los sanatorios, se vieron las razones con toda claridad. Había muchos que necesitaban ser educados con respecto a la vida con salud. A medida que se desarrollaba la obra, se nos instruyó que era necesario proveer lugares adecuados para llevar a los enfermos y a los dolientes que  no sabían nada de nuestro pueblo y casi nada acerca de la Biblia, y allí enseñarles la forma de recuperar la salud por medio de métodos racionales de tratamiento sin el empleo de drogas tóxicas, y al mismo tiempo rodearlos de influencias espirituales elevadoras. Como parte del tratamiento había que presentar disertaciones acerca de los hábitos correctos de comer, beber y vestirse. Había que impartir instrucciones con respecto a la elección y la preparación de los alimentos y mostrar que los alimentos podían prepararse en tal forma que fueran sanos y nutritivos y al mismo tiempo apetitosos y agradables al paladar.

En todas nuestras instituciones médicas los pacientes debieran ser instruidos en forma sistemática y cuidadosa acerca de la forma de prevenir la enfermedad por medio de un comportamiento sabio. Por medio de disertaciones y la práctica consecuente de los principios de la vida saludable de parte de médicos y enfermeros consagrados, se abrirá el entendimiento cerrado de muchos, y las verdades en las cuales nunca antes habían pensado se afirmarán en la mente. Muchos de los pacientes serán inducidos a mantener el cuerpo en la condición más saludable posible, porque son la posesión adquirida del Señor. . .

Una vez que hayamos demostrado a la gente que tenemos principios correctos con respecto a la reforma pro salud, debiéramos tomar el asunto de la temperancia en todas sus implicaciones y hacerlo comprender en el mayor grado posible. Nuestros sanatorios han sido establecidos con mucho gasto de dinero para salvar a las almas tanto como para sanar los cuerpos de hombres y mujeres. Dios se propone que por medio de estos instrumentos establecidos por él mismo, los ricos y los pobres, los encumbrados y los humildes, encuentren el pan del cielo y el agua de la vida. El tiene la intención de que sean educados en los hábitos correctos de vida, tanto espiritual como físicamente. La salvación de  muchas almas está en juego. En la providencia de Dios, muchos de los enfermos deben tener oportunidad de apartarse durante un tiempo de las asociaciones y el ambiente perjudiciales, y de colocarse en instituciones donde puedan recibir un tratamiento restaurador de la salud e instrucciones sabias impartidas por enfermeros y médicos cristianos. El establecimiento de sanatorios es una disposición providencial, por medio de la cual la gente de todas las iglesias podrá ser alcanzada y familiarizada con la verdad para este tiempo. EGW CSS

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